El asesinato de Qassem Suleimani, el comandante iraní blanco de un ataque estadounidense el jueves por la noche, es el acto más consecuente tomado contra el régimen en Teherán en treinta años, incluso si no sabemos cuáles serán esas consecuencias. Una cosa está clara: estamos entrando en un período peligroso, en el que el conflicto entre los dos países podría salirse fácilmente de control.
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