En política, como en la vida real, a menudo nos enfrentamos a este enigma: ¿tomo la decisión lógica y práctica, o elijo la más inspirada y emocional? En Iowa, esa dinámica se desarrolla con un gran alivio. ¿Deberían los votantes ir con el candidato que se ve mejor posicionado para vencer al presidente Trump en noviembre? ¿O van con el candidato que apela a la ideología y al idealismo?
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